lunes, octubre 22, 2007

Contingente Bizarro

Estos fueron los dignatarios de la UNQ en el encuentro nacional de educadores; Rio IV, Córdoba, 2007.

De izquierda a derecha, arriba: He-Man, Chuwaka, LaSolé, Rosita del Río, El topo, El cuervo, Julia Rampolla, Sardeaux y Abelardo; abajo Digo Alvaro “Zunga” Alvarez Crespo, La tostada Torres, La Elfa Elizoide, Pomelo que se acomoda como puede después de poner la cámara en automático y correr hasta el objetivo, Kent -el novio de Barbie-, y –apodo todavía no blanqueado- Macías.

Resultaría muy extenso un relato de todo lo ocurrido, así que los invito a que dejen –en comentarios- algunos de esos momentos que –por buenos o por malos- consideran inolvidables.


Ahí se ven

martes, octubre 16, 2007

Brindo por que me reconcilié con el sistema II

Acá está, les paso el número para que me encuentren en todo horario, esté donde esté, para invitarme a jugar a la pelota o, simplemente, para saber donde joracas estoy y que estoy haciendo... lo que se dice “funsión de control”...
Y como considero a la comunicación la droga que hoy más adictos tiene, cuando no responda deberé esperar que se pongan histéricos/as, por que “algo me habrá pasado”.
A si que, si no atiendo, no intenten tranquilizarse con excusas del tipo “no tendrá crédito”, “lo tendrá apagado” o “se lo habrá olvidado en la casa”.

¿Cómo voy a tener apagado u olvidar esto que hoy es vivido como un apéndice más del cuerpo humano? Si no atiendo es por que me pasó algo muy malo (probablemente me hayan zampado un cuetazo para sacarme –por supuesto- el celular) o, simplemente, por que no lo quiero hacer.

...Hablando de apéndices, me crucé con un grupo de boludones, en ronda, abstraídos en y comparando sus celulares... Sin querer pecar de pansexualista (como el querido Freud) la imagen me recordó algo que muy comúnmente hacen los niños de corta edad, comparar sus pitos: ver si son iguales o si son distintos, si son más largos, si son más gruesos, si tienen cámara; comparan las resoluciones, si son polifónicos, si tienen alguna cicatriz, si tienen walpapers; si les estan creciendo pendejos, el color, la formal, etc.

Supongo que las comparaciones podrían seguir pero, en suma, se puede decir que el celular se ha convertido en símbolo de status, objeto de culto y fuente de placer para sus orgullosos poseedores... ¿a qué les recuerda esto?

Por mi parte, no creo que mi nuevo “celu” cumpla con las primeras dos funsiones, ya que compré el aparato (de los más baratitos, por cierto) usado a un amigo y le agregué uno de esos chips que venden por cinco mangos en el tren... ni símbolo de status ni objeto de culto, espero que por lo menos vibre!!!

Pero bue... creo que ya esparcí suficiente veneno tratando de justificarme, ahora los dejo en compañía de sus respectivos celus que, como todos sabemos, demandan menos y ofrecen más que un amigo o un amor.

Nos vemos o, mejor, nos mensajeamos:
elcersio

P.D.: me olvidaba lo más importante; 15-5-970-1125 es el número de mi pito, digo de mi celular; manden mensajitos para que los agende.

domingo, octubre 07, 2007

The pilgrimage... la caminata surrealista del pomelo.

En mi caso, más que una cuestión de fe, fue una “cuestión de peso”.
Para el no creyente, la caminata de Liniers a Luján solo puede justificarse por una especie de “gusto por la actividad física” y las ganas de “hacer la experiencia”. Como le decía a mi hermano, “era una boludez que una vez en la vida tenía que hacer...”.

Por supuesto, nunca más.

La primera parte de la travesía me dediqué a reírme de todo: del cansancio, de las ampollas, de los que me ofrecían pastillas para los calambres y el dolor, de los que vendían medias y plantilla, de los 65 kilómetros y, sobre todo, de las pancartas que decían “fuerza peregrinos, la madre los espera”.
“La madre de quién”, dije a modo de broma, “la mía quedó en casa... debe estar meta sánguche de bondiola... a no ser que esa guacha se haya tomado un bondi para darme la sorpresa cuando llegue...”.

Así fue como mi inclinación a contradecir todo compensó mi falta de fe: no quería claudicar para no tener que bancarme a los catolicones que me acompañaban diciendo cosas como “nosotros llegamos por que nos guía el señor...” o algo por el estilo. Se la tuvieron que guardar, empastillados y todo, llegaron después que yo.

Igualmente, debo reconocer que, en los últimos tramos, cuando el mal humor comenzó a ganarme, acepté (siempre para mis adentros) que se trata de una empresa injustificable desde cualquier lugar que no sea la fe: los otros venían cantando y dándose fuerza, por una promesa o para llevar un deseo. Ellos creen, pensé, y –equivocados o no- parece una buena razón para seguir. Por mi parte, "cuando quiera hacer deporte, iré hasta la plaza de Ranelagh y listo, corro hasta donde me de el cuero y cuando me canso me subo al auto y me vuelvo a casa... [si no es la fe] quién carajo me manda a ir hasta Luján..."
A la iglesia ni entré, era un kilombo de gente, "cuando quiera conocerla, me voy tranquilo en auto un día que no haya nadie"... la tenía con lo del auto... En cuanto a los deseos que me movían, preguntó una tía muy creyente, eran solo dos: “llegar y que esté la combi” y “que la combi me lleve rápido a casa”... a pesar de mi apatía, la virgen concedió...

Cabe aclarar que estos pensamientos entre comillas no fueron el resultado de estar sintiendo en el cuerpo los estragos de tamaña actividad: intensos dolores musculares y articulares, calambres, ampollas, un agotamiento físico del que se tarda semanas en recuperarse, son síntomas de los que me advirtieron mucho pero que –por suerte- no sentí.
La verdad, llegué mucho mejor de lo que esperaba, solo tengo alguna pequeña ampolla –que no llegó a reventarse-, una saludable tonalidad carmesí en el rostro, y un considerable dolor en la planta del pie derecho causa de una mala elección de calzado... nada más, si no fuera por el pie que me obliga a caminar como un pato diría que “estoy como si nada”, (y hasta me hubiera animado a pegarle unas vueltitas a la plaza) pero como me dijo “Diente”, mi compañero de caminata, “¿qué querés, llegar y –encima- que no te duela nada?”.

En fin, si no lo vuelvo a hacer es por que se me hizo insoportable la ansiedad, en un momento quería “llegar ya”, y no llegaba más. Por eso, cuando me despedía de los promesantes que me acompañaran y alguno me preguntaba si contaban conmigo para la próxima, yo le decía
“me voy a tomar el año que falta para pensarlo bien...” .
Es decir, nunca más.

el[místico]cersio