domingo, octubre 12, 2008

Linda papa caliente…

Lo que sigue es la respuesta a un Post de VeletaMen. Como estoy economizando recursos intelectuales, cualquier boludés que escribo la cuelgo. Por supuesto, la imagen tambien es de Veleta.
Please, insert coin
Un post para recordar y para reflexionar, va desde “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser” hasta una genuina preocupación por el destino de las nuevas generaciones…
Hacía rato no recordaba esos antros que tenían un pool, dos metegoles y tres videos. Donde comulgábamos adolescentes “tiernitos” con mafiosos ya consumados… casi siempre había uno pegado a la escuela y otro a un par de cuadras y, por supuesto, sobre el que estaba más lejos se tejían todo tipo de mitos. Por ejemplo, en uno que estaba cerca de “la técnica N° 1 de Verela”, hasta se decía que –por supuesto de noche- habían putas!!! … a dos cuadras de la escuela y de noche, territorio inexplotable para un nene de mamá como yo.
Es cierto que en esos lugares se aprendía mucho, pero no más que en la escuela: se aprendían otras cosas. Se aprendía eso que mencionás y que es tan importante: conocer al diferente, único conocimiento que permite no matarnos los unos a los otros. Por que siempre fue así: los otros, los diferentes, los desconocidos, siempre fueron vistos como amenazas que -como tales- deben ser eliminadas.
Yo creo que el miedo paterno siempre existió, pero en ese entonces –por lo menos en la mayoría de los casos- ese marginal que se ganaba nuestra admiración al desnudar con facilidad a la chica del “strip póquer” (¿qué nos calentaba de esas imágenes tan pixeladas?), se sabía un reventado pero, con sus discursos moralistas y consejos del tipo “si te veo fumando te recago a trompadas” trataba de evitar que sigamos su ejemplo.
Supongo que esos son los códigos que mencionás. Códigos que no tengo forma de saber si se perdieron o aun existen. Pero, por las dudas, yo hoy no dejaría que mis hijos frecuenten esos lugares… creo que aún sin serlo, por todo lo que se ve, me va ganando el miedo paterno.
Está clarísimo que el aislamiento (en escuelas privadas y/o en trius) es perjudicial en sentido de la “ceguera” que genera: el pibe de la escuela privada asume como méritos propios los beneficios de pertenecer a cierta clase social y, cuando sale de la escuela, o es un hijo de puta que se caga en todo/s o es un boludo al que cualquiera se lo garcha. Por otro lado, el “Flogger” cuya única medida que tiene para ser valorado y valorar a los demás es la apariencia, muestra una taradez similar a aquellos que hace quinientos años se preguntaban si los indios tenían alma.
Igualmente, hay que tratar de que –por lo menos en ese sentido- no nos gane la nostalgia. Hay que tener mucho cuidado, por que algunos comentarios sobre cómo vemos a “los jóvenes de ahora”, sobre todo cuando los comparamos con los de nuestra generación, suenan muy a “doña rosa”.
Por poner un ejemplo, no creo que sus conflictos pasen solo por el último capítulo de “Cuasi Ángeles”. Yo creo que también tendrán sus dramas existenciales, no pueden ser tan huecos como parecen, salvo que nosotros no los conocemos. En ese sentido, habría que preguntarse que pensarían los treintones o cuarentones de otrora sobre los estereotipos de nuestra adolescencia.
Esto me lleva a la última salvedad: Punks, Metaleros, Chetos y Cumbieros eran las identificaciones más comunes de aquel tiempo. Pero los Punks que iban a ver a Todos Tus Muertos y disfrutaban intercambiando escupitajos, los Heavys que se la pasaban tirados en la esquina tomando vino en cartón y vistiendo como si fueran una encarnación de aquella portada de “V8”, los Chetos que siempre estaban “a la moda” y los Cumbieros que asistían religiosamente a Samoha o La Miranda, eran hasta para nosotros bichos raros. ¿Qué quiero decir con esto? Que la mayoría no pertenecíamos a ninguna tribu y de todas teníamos un poco, y que hoy sigue siendo igual: Floggers, Bloggers, Emos, Cumbios, etc. siempre son grupos reducidos –aunque notorios- de boludos fanáticos.
Supongo que, como entonces, el pibe común de barrio tiene de todo un poco: escucha Rock, pero en el boliche baila cumbia o Dance, olo que le pongan, y para ir a las fiestas familiares viste conservadoramente.
En fin, quizás ya no existan aquellos antros de perdición/socialización, pero tal vez existan otros.
Igualmente, parece indiscutible que la tecnología agranda las brechas y los enfrentamientos sociales. Antes, en la canchita del barrio nos juntábamos todos y se daba ese intercambio de roles tan saludable según los postulados de Pichón Riviere: generalmente, los más pobres, destinados a la subordinación, adquirían roles principales y de mando al ser los que más sabían con la pelota; por otra parte, algunos de los destinados a ocupar posiciones de privilegio en la vida, eran denigrados por falta de calle y exceso de Cindor.
En este sentido, Nerds, Floggers y demás adictos a la tecnología, por discriminar y por gustar más de lo virtual que de lo real, se están negando esa valiosísima posibilidad de socialización primaria.
Por todo esto, y sin ánimo de ofender, cuando vean alguno de estos chicos sumamente arreglados y peinados con gel, no duden en gritarles “Hacete Macho” o –directamente- PUTOOO!!!
Perdón por el cambio de registro, pero es que yo también –de tanto estar con el culo en la silla- me estoy sintiendo uno de ellos.
Los dejo por que me hinché las pelotas.
Saludos metaleros
Yo