Primera persona:
Tuve un compañero en primer año del secundario al que, aunque odiara que lo hiciéramos, llamábamos “Papo”.
No se si llamarlo amigo, pero vivía en el barrio, y siempre íbamos a jugar a la pelota a su casa. Mucho tiempo después nos volvimos a cruzar, en la escuela de música y, hasta hoy, cada tanto nos cruzamos por la calle, pero eso no viene al caso.
Viene al caso recordar aquella temprana adolescencia, época en que veíamos como terreno misterioso y desconocido, como “jardín de las delicias” donde todo estaba por descubrir, a la sexualidad y, más precisamente, al sexo opuesto.
Papo nos apabullaba con sus teorías sobre anatomía y sexualidad, ambas, por supuesto, femeninas. Teorías inverosímiles en un sentido: éramos imberbes pero no tarados, sus teorías podrían cumplirse en la fantasía, pero nadie que lo conociera podía creer, como el mismo afirmaba, que eran deducidas a partir de su intensa práctica amatoria...
Intensa práctica amatoria, graben eso. Por ahora solo importa recordar esa época en que intentábamos hacernos al mundo de los adultos mediante la prueba y el error, mediante mil torpezas cometidas entre bailes escolares e intermediarios todavía más torpes que nosotros mismos.
Segunda persona:
Lo recuerdo en un bar, entre cerveza y cerveza teorizaba sobre “la importancia de coger mucho”. No sabría (o querría) definirlo físicamente ni como persona, solo digamos que, al parecer, le ha estado escupiendo el asado al mismísimo bloger de “en cupido ases elado”. Como ven, esta persona también alude a una “intensa práctica amatoria” aunque, en este caso, la edad hace más creíbles sus relatos... por que ya no tenemos trece años... yo qué pienso... por ahora me guardo mis prejuicios.
Tercera persona:
Me llamaste a las nueve de la madrugada.
No entendí mucho que querías, tampoco te di mucha bola, pero el asunto tenía que ver con llegar tarde, así ellos (tu amigo y tu amiga, que no son amigos entre sí) trabajaban juntos... hacías de torpe intermediaria.
Tuve un compañero en primer año del secundario al que, aunque odiara que lo hiciéramos, llamábamos “Papo”.
No se si llamarlo amigo, pero vivía en el barrio, y siempre íbamos a jugar a la pelota a su casa. Mucho tiempo después nos volvimos a cruzar, en la escuela de música y, hasta hoy, cada tanto nos cruzamos por la calle, pero eso no viene al caso.
Viene al caso recordar aquella temprana adolescencia, época en que veíamos como terreno misterioso y desconocido, como “jardín de las delicias” donde todo estaba por descubrir, a la sexualidad y, más precisamente, al sexo opuesto.
Papo nos apabullaba con sus teorías sobre anatomía y sexualidad, ambas, por supuesto, femeninas. Teorías inverosímiles en un sentido: éramos imberbes pero no tarados, sus teorías podrían cumplirse en la fantasía, pero nadie que lo conociera podía creer, como el mismo afirmaba, que eran deducidas a partir de su intensa práctica amatoria...
Intensa práctica amatoria, graben eso. Por ahora solo importa recordar esa época en que intentábamos hacernos al mundo de los adultos mediante la prueba y el error, mediante mil torpezas cometidas entre bailes escolares e intermediarios todavía más torpes que nosotros mismos.
Segunda persona:
Lo recuerdo en un bar, entre cerveza y cerveza teorizaba sobre “la importancia de coger mucho”. No sabría (o querría) definirlo físicamente ni como persona, solo digamos que, al parecer, le ha estado escupiendo el asado al mismísimo bloger de “en cupido ases elado”. Como ven, esta persona también alude a una “intensa práctica amatoria” aunque, en este caso, la edad hace más creíbles sus relatos... por que ya no tenemos trece años... yo qué pienso... por ahora me guardo mis prejuicios.
Tercera persona:
Me llamaste a las nueve de la madrugada.
No entendí mucho que querías, tampoco te di mucha bola, pero el asunto tenía que ver con llegar tarde, así ellos (tu amigo y tu amiga, que no son amigos entre sí) trabajaban juntos... hacías de torpe intermediaria.
Más allá de las torpezas, y de que yo no recordara que tenía que hacer, si tenía que llegar tarde o temprano, esperarte o no, tu plan más o menos se cumplió. Estaban solitos en una mesa, sin dar cuenta de la existencia de los demás pero, al verlo a el, a la segunda persona, caí en la cuenta de que toda esta tramoya, tan típica entre adolescentes, después de cierta edad resulta absurda y patética.
Segunda persona:
Viendo esa imagen tan de “baile de la E.E.T.”, viéndote encorvado y sin saber donde poner las manos, mucho menos las palabras... tanta torpeza... me trajiste del recuerdo a Papo, con todo lo que eso implica.
Nos vemos.
3 comentarios:
jajaja creo que yo y un par de personas mas podrian entender esto... para empezar solo una persona podría llamar a las 9 AM y se muy bien quien es (alguien cuyo usuario tiene tintes monarquicos).
En cuanto a segunda persona, quien es muy amigo mío, no puede evitar actuar como un boludo. El tema de las manos es muy complicado porque siempre pone en evidencia a los boludos... las palabras también pero quizas en menor medida. Y del tema de la "intensa práctica amatoria", y como dueño de una parrilla que aún gotea saliva ajena, prefiero no opinar.
Y te tengo que contar una bien bizarra: hace poco tercera persona me llamó a eso de las 9 de la mañana para preguntarme como se llamaba la banda que cantaba Kanishka Kanishka (y cantándomelo ovbio), jajaja que grossa. Sabe que soy el unico gil que puede responder eso aún en un horario antihumano para mí.
Si, el post estaba dedicado a uds. dos, lástima que la reina bizarra a colgado la virtualidad...
¿Es cierto que sos muy amigo del chabón ese???
...suerte que la reina me subestimó en eso de conocer bandas bizarras de los moventas, yo también sufrí a "los brujos", pero si me llama a las nueve para preguntarme eso la mato.
Nos vemos
"¿Me podría decir cual es el camino que debo seguir?- preguntó Alicia.
-Eso depende de dónde quieras ir - respondió el gato.
-Es que no sé donde quiero ir
-Entonces, da igual el camino que elijas."
LEWIS CARROL.
"Alicia en el País de las Maravillas"
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