jueves, septiembre 13, 2007

Mi libro favorito del momento


El relato es en primera persona, quien habla es un internado que, como tal, va entremezclando la realidad con los delirios propios de su mal. En ese sentido, de a ratos cuesta distinguir lo real de lo imaginado.

Las primeras ciento cincuenta páginas son muy áridas, pobladas de minuciosas descripciones de patologías y tratamientos que sufren los internados del loquero donde transcurre la acción. Quizás, sin algún interés personal en estas cuestiones, no se podría avanzar.

Sufren. Como dice el dicho, no se sabe que es peor, si “el remedio o la enfermedad”. Todos guardamos en nuestra imaginación alguna idea de lo que pasa en estos lugares, nadie vuelve, nadie se cura: cuando te ponen el cartel de loco no hay vuelta atrás.

En nuestro libro, esto es así hasta que aparece el personaje principal: un delincuente que simula trastornos psíquicos para eludir una condena a trabajos forzados.

El delincuente, fanfarrón, timador y pendenciero, lo primero que hace al ingresar al internado es presentarse como jugador compulsivo, y advierte a los presentes que iba a desplumarlos como a pollos. Acto seguido, procede a estrechar las manos de todos, ya sean “agudos”, “crónicos” o “vegetales”, tales eran las categorías en que se dividían los enfermos.


Primera cosa interesante: ese acto, el acto de tomar hasta las manos de los “vegetales” (que, por supuesto, no podían tendérselas) es una acto de reconocimiento; y aunque pareciera que en sus acciones siempre está la búsqueda del beneficio personal, en el mismo acto reconoce a los otros como “iguales”.
Ese fue el primer cambio, cuando Mc Murphy obvió los carteles de “loco”.

A partir de ahí comienzan a surgir disputas, cada vez más intensas, contra la dirección del centro. Extraordinariamente carismático, el personaje comienza a encabezar los reclamos de los internos, que en realidad son sus reclamos, y a revelarlos contra las normas establecidas; todo esto devendrá en una lucha dramática que no tiene gracia revelar en que termina...

Es muy buena la guerra diplomática que entablan Mc Murphy (interpretado en la versión cinematográfica por el gran Jack Nicolson... no pude dejar de imaginarlo mientras leía) con la enfermera principal: ella trata de descalificarlo mostrando a los enfermos el rédito que él saca de todas las acciones que emprende, él los compra con su espíritu de camaradería y mostrándoles lo que está haciendo el sistema con ellos y lo que podrían ser.

Finalmente, ¿qué es Mc Murphy, un aprovechador o alguien que lucha por sus compañeros?
Creo que las dos cosas, como todo hombre. Tiene sus dobleces, pero la enfermera sabe como manipular a los pacientes, y les impone una visión maniquea de Mc. ¿Es bueno o es malo? ¿Nos ayuda o nos perjudica? Las dos cosas, como todo hombre.

Como decía, el libro es terrible, trágico, insoportable, pero también hermoso. Si, supongo que puede ser todas esas cosas.
Llegando a la “zona áurea” del relato, el autor se deja de minucias e introduce la acción con la magnífica escena de la excursión –terapéutica- de pesca en altamar, por supuesto, organizada por Mc para los locos... y para agarrar algún dinero extra. Por supuesto, la enfermera no sabe que llevan dos prostitutas a bordo.
Para este momento, ya me siento parte del grupo de “locos lindos” y vivo la aventura con ellos; las hojas pasan cada vez más rápido y temo terminar pronto. Pasa, ¿no?, que uno se apura, se apura, y en el momento de terminar, si el asunto está bueno, no quiere hacerlo... “quisiera que esto dure para siempre”.

Pero bueno, el final se desencadena después de una juerga con alcohol, drogas y prostitutas organizada por Mc en el mismísimo pabellón; no se los voy a contar, pero por cierto que “no comen perdices”.

Queda por mencionar la excelencia de la pluma de Ken Kesey*, nada que añadir, nada que quitar, ningún hilo suelto, ni un pero, nada. No son muchos los libros que me hayan cerrado así... mientras cuelgo esto estoy viendo que otras cosas tiene escritas.

Así que no me queda más que recomendarlo.
Cuando algo me gusta tanto siempre quiero compartirlo pero, a la vez, también, cuando una obra está tan buena se me despierta el gen basurero y quiero tenerlo ahí, guardado para una hipotética e improbable futura relectura.
Entonces, si lo quieren leer, cómprenlo (yo lo pagué siete pesos en la librería de usados), o hagan una oferta que pueda inhibir al mencionado gen... después de todo, si la oferta es buena... parece que aprendí la lección de Mc.

Nos vemos.

*Recomiendo la biografía de este muchacho, ya se como aprendió tanto sobre alucinógenos...

1 comentario:

Fabricchio dijo...

pome..me hiciste acordar de esa peli, solo vi unos minutos y me habia parecido excelente...me gustaría leer ese libro...sé q remcomendas buen material..

te tengo q devolver el del nilo..ya q no lo voy a leer...

mi oferta es tu otro libro, por este otro..q tul?