lunes, marzo 12, 2007

Getz/Gilberto

“pra facer un samba con belleza
es preciso una pizca de tristeza...”

Vinicius de Moraes

Un incunable.
Un icono en la historia de la música.
Una reunión cumbre.
Un disco.

Marzo de 1963 reune en un estudio de grabación de la ciudad de Nueva York a dos grandes exponentes de estilos musicales que, si bien provenientes de latitudes opuestas, se autoinfluencian y comparten un origen común en los cantos traídos al continente por esclavos africanos.

El cantante y guitarrista Joao Gilberto, brasileño, uno de los padres del movimiento que se dio en llamar “la bossa nova”, se une con el saxofonista norteamericano Stan Getz, uno de los más brillantes intérpretes de Jazz del momento. Ambos bajo “la batuta”* -y el piano- del maestro Anonio Carlos Jobim, (otro de los padres de la Bossa, el encargado de musicalizar los poemas del gran Vinicius de Moraes), graban este disco que –para mi gusto- resume lo mejor de ambos estilos musicales.

La cuestión es que Gilberto y “Tom” Jobim viajan a Estados Unidos acompañados por la mujer del primero, Astrud, intérprete profesional.
Digo, intérprete de idioma, traductora, por que parece que nunca había cantado profesionalmente, ni en un ensayo, nada, solo bajo la ducha. Sin embargo, quién escuche el disco lo comprobará, la muchacha cantaba muy bien, muy afinada, y con un tono endemoniadamente sensual...
Esto notó Getz a medida que Astrud le traducía del portugués al inglés el contenido de las letras y, simultáneamente, entonaba sus respectivas melodías...
-“A la mierda” pensó el Yankee, “como canta esta negra”, y ahí mismo convenció a sus compañeros de que la voz de la mujer no podía no estar en su disco. Es así como, por ejemplo, el primer corte de la placa, “The Girl From Ipanema”, fue grabado por la voz de Astrud Gilberto, la primera parte en portugués y la segunda en inglés... un inglés muy articulado, de dicción muy prolija, bien de traductor.

Perdón por el chiste fácil, pero parece que a al saxofonista, además del canto, le gustaron los cantos de Astrud. El bueno de Joao no entendía un pomo de lo que se hablaban en inglés pero parece que entre los primeros se entendieron. Astrud al final de la grabación lo abandona, lo deja por el jazzero.

Y así Joao Gilberto, el cantante de la voz minúscula, del tono sumamente intimista, se vuelve solo al Brasil, con un gran disco bajo el brazo. Disco que no se si en su vida habrá logrado escuchar ya que seguramente reavivaría el recuerdo y el dolor de la traición.

Ahora si, tenés todos los elementos para apreciar esta obra magistral: vaso de Wisky con hielo en una mano, luz tenue, vista perdida en la lejanía, el recuerdo de esta historia de genialidad y traición...

Play.


*Es un decir, en música popular no se usa batuta...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Guau!! qué historieta de amor musical, impecable.
Al igual que el disco claro, muy muy lindo. Lo grabo y devuelvo, thankius.

Ok, a las 18 para hacer lo de Laura. Moni y Abel tal vez anden por ahí. Voy con algo pensado.

saludos, c

Anónimo dijo...

Que lindas son las historias de amor!!!!
Creo no haber escuchado a los anteriormente nombrados... Parece que me perdí de algo realmente bueno. : (
Al final es como uds decian (Pomelo y Cristian, creo) que la música y lo que ella despierta tiene que ver con el mundo interno de quien escucha.

(Como me gustan las historias de amor complicadas!!!! Muy lindo!!!)

Besos!

Anónimo dijo...

Eeemmmmhhh....... Me quedó una pregunta que hacer........¿Este era el escrito que habías hecho y no tenía nombre???

Anónimo dijo...

Bueno,..¿y los otros post para cuándo?.