domingo, enero 18, 2009

Milonga por él

Entre las luces del escenario
se alza la firme sombra de un hombre
que se revuelve entre las guitarras
con voz de chelo y acento noble.

Marca su gesto, brazo en el aire,
un violín Becho que al amor nombra
y en un adagio que lo estremece
mezcla su sangre con la milonga.

Su canto hiere, su canto manda,
su queja es pura pero acompaña.
Corazón solo por el planeta
sembrando flores en la tormenta.

Y ya se enciende y es más gigante
la luz certera de su canción
y su ternura dura y serena
nos abre un surco en el corazón.

Mientras lo aplauden él sigue quieto,
guarda su cara de las sonrisas
y no hay bordona que lo consuele
de sus amores, ni las cenizas.

(Carlos Díaz "Caíto")

EL CANTOR

Cuando Alfredo Zitarrosa murió en Montevideo, su amigo Juceca subió con él hasta los portones del Paraíso, por no dejarlo solo en esos trámites.

Y cuando volvió, nos contó lo que había escuchado.

San Pedro preguntó nombre, edad, oficio.

--Cantor-- dijo Alfredo.

El portero quiso saber: cantor de qué.

--Milongas-- dijo Alfredo.

San Pedro no conocía. Lo picó la curiosidad, y mandó: --Cante.

Y Alfredo cantó. Una milonga, dos, cien.

San Pedro quería que aquello no acabara nunca. La voz de Alfredo, que tanto había hecho vibrar los suelos, estaba haciendo vibrar los cielos. Entonces Dios, que andaba por ahí pastoreando nubes, paró la oreja. Y ésa fue la única vez que Dios no supo quién era Dios.

EDUARDO GALEANO


Hoy se cumplen vente años de su muerte.
Según mi viejo, fue una boludez, una apendicitis… “lo dejaron morir” (¿por comunista?).

Este es mi humilde homenaje para el gran cantor uruguayo.
Para más palabras, las propias de “Zita”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermosisisisisisiisisiismo tema, conmovida.

saludos, elfa