Supongo les he contado la anécdota de cuando, aun siendo implume (el loro, no yo) se escapó por una rendija y tuve que trepar varios árboles hasta que por fin, con la ayuda técnica de una hidrogrúa y un tazón con su “papa” de la tarde, y siendo inmune al dolor producido por los sendos picotazos del animal, mi viejo logró traerlo de nuevo a casa… con lo que se ganó el profundo y eterno odio del mismo.
Bueno, el tema es que, pasado más de un año de su fallida fuga, Poly no dejó de abrazar su sueño de libertad. Por eso, cada vez que empezaba a hacer sospechosos aleteos, decíamos “hay que recortarle las alas a ese loro de mierda, que se quiere volar”.
Y así lo mantuvimos a raya hasta el pasado sábado, día en que, vista la oportunidad, Poly decidió salir a conocer el mundo…
¿Qué pasó, cómo se voló? Bueno, hacía unos días que el bicho estaba aleteando mucho, como calentando motores, pero mi vieja desistió de recortarle las plumas de las alas por el simple hecho de que el bastardo muerde…
“Pobre Poolyyy”, solía decir cuando tenía hambre (es decir, constantemente), con ese tono de vos aprendido de mi misma vieja, ¿qué andará haciendo?, cagado de frio y de hambre, eligió mal momento para pirarse. O quizás no, por ahí ya fue puchero hace rato.
Bueno, que se le va a hacer, es una lástima por que, a pesar de ser forro hasta el punto de tirarte picotazos mientras querías completarle el tacho de girasol, lo queríamos… uds. no saben lo compañero que puede ser un loro!!! Además, nos divertía mucho con sus “salidas” hechas a puro insulto pre-aprendido (que tanto tiempo y cariño me llevo enseñarle) y con sus guapeadas a los perros… todos los petizos son iguales.
Quien sabe, por ahí pasa como en la película que nos inspiró para bautizarlo, “Paulie, el loro bocazas”, ¿la tienen?
No se rían, no es tan pedorra esa peli, tiene un final muy emotivo: a pesar de que Paulie recorre muchos lugares y vive muchas aventuras, uno no tiene noción del tiempo; se toma conciencia del tiempo transcurrido cuando el loro regresa al hogar y encuentra a una niña que todos, incluso el, creemos es su antigua dueña pero en realidad se trata de la hija de su antigua dueña… la aventura de Paulie había durado unos veinte años.
Y si, caer así, tan abruptamente, en la cuenta del paso del tiempo siempre es un golpe bajo; Ahí es cuando se nos pianta un lagrimón y pronunciamos con voz emocionada la frase “veinte años no es nada…”
En fin, la moraleja de la película es no perder la esperanza, quizás, aunque para esto tengan que pasar veinte años, nuestro Poly vuelva, con el caballo canzado, pero con un repertorio de puteadas aun mayor del que se llevó de casa.
Por ahora los despido como hubiera querido Poly:
Chau Poly
2 comentarios:
Jajajaj siempre me hacen reir tus posteos, está bien que por ahí estés medio triste por el pire del lorín, pero la forma como narrás las cosas me causa gracia... jajaja.
20 años no es nada? si que lo es!!!
son malditos putos 20 años!!! es demasiado tiempo para algunas cosas, y poco para otras...
no sigo porque en verdad no tengo más para opinar, espero que tu loro regrese, pero no dentro de 20 años porque si lo hace así seguro que vas a ser vos el que lo meta en el puchero por cara dura!!! juajauaujajuajaujajua.
No boludo!! no puedo creer que ese loro de mierda se haya fugado así, sin siquiera dejar unas palabras de despedida, jaja todavía me acuerdo como me hiciste cagar de la risa con la anecdota de la hidrogrúa... en fin, le deseo lo mejor a poly en su nueva condición de loro fugitivo, y ojalá que se mantenga lejos de los felinos, y que se acuerde de volver a tu casa para comer la papa de la tarde
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