viernes, noviembre 16, 2007

El miedo*

Domingo, 15 de abril, 1962

Cuando me disponía a partir, decidí preguntarle una vez más por los enemigos de un hombre de conocimiento. Aduje que no podría regresar en algún tiempo y sería buena idea escribir lo que él dijese y meditar en ello mientras estaba fuera.
Titubeó un rato, pero luego comenzó a hablar.
—“Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recom­pensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender”.
"Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla."
"Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el mie­do! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se que­da oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hom­bre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda".
—¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?
—Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá. Nunca llegará a ser hom­bre de conocimiento. Llegará a ser un maleante, o un cobarde cualquie­ra, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.
—¿Y qué puede hacer para superar el miedo?
La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega un momento en que su primer enemigo se re­tira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora.
"Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural."

—¿Ocurre de golpe, don Juan, o poco a poco?
Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.
—¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa?
No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hom­bre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto.
"Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega."


*Segunda entrega de "las enseñanzas"... primer enemigo al que debe enfrentarse un hombre en su búsqueda del conocimiento.

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