viernes, noviembre 23, 2007

La claridad

"Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro pero in­completo. Si el hombre se rinde a esa ilusión de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más".
—¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia?
—No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.
—Pero ¿qué tiene que hacer para evitar la derrota?
—Debe hacer lo que hizo con el miedo: debe desafiar su claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de su ojos. Ese será el verdadero poder.
"Sabrá entonces que el poder tanto tiempo perseguido es suyo por fin Puede hacer con él lo que se le antoje. Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla. Ve claro y parejo todo cuanto hay alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡el poder!"


*Tercer entrega de "las enseñanzas"... segundo enemigo al que debe enfrentarse el hombre en la búsqueda del conocimiento.

viernes, noviembre 16, 2007

El miedo*

Domingo, 15 de abril, 1962

Cuando me disponía a partir, decidí preguntarle una vez más por los enemigos de un hombre de conocimiento. Aduje que no podría regresar en algún tiempo y sería buena idea escribir lo que él dijese y meditar en ello mientras estaba fuera.
Titubeó un rato, pero luego comenzó a hablar.
—“Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recom­pensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender”.
"Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla."
"Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el mie­do! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se que­da oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hom­bre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda".
—¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?
—Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá. Nunca llegará a ser hom­bre de conocimiento. Llegará a ser un maleante, o un cobarde cualquie­ra, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.
—¿Y qué puede hacer para superar el miedo?
La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega un momento en que su primer enemigo se re­tira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora.
"Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural."

—¿Ocurre de golpe, don Juan, o poco a poco?
Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.
—¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa?
No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hom­bre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto.
"Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega."


*Segunda entrega de "las enseñanzas"... primer enemigo al que debe enfrentarse un hombre en su búsqueda del conocimiento.

viernes, noviembre 09, 2007

“Las enseñanzas de Don Juan” Primera parte*

Sábado, 8 de abril, 1962

...en nuestras conversaciones, don Juan usaba a menudo la frase "hombre de conocimiento", o se refería a ella, pero nunca explicaba qué quería decir. Inquirí al respecto.
Un hombre de conocimiento es alguien que ha seguido de verdad las penurias de aprender —dijo—. Un hombre que, sin apuro, sin vacilación ha ido lo más lejos que puede en desenredar los secretos del poder y el conocimiento.
—¿Puede cualquiera ser un hombre de conocimiento?
No, no cualquiera.
—¿Entonces qué debe hacer un hombre para volverse hombre de conocimiento?
Debe desafiar y vencer a sus cuatro enemigos naturales.
—¿Será un hombre de conocimiento tras derrotar a estos cuatro enemigos?
Sí. Un hombre puede llamarse hombre de conocimiento sólo si es capaz de vencer a los cuatro.
—Entonces, ¿puede cualquiera que venza a estos enemigos ser un hombre de conocimiento?
Todo el que los venza se convierte en un hombre de conocimiento.
—¿Pero hay requisitos especiales que un hombre debe cumplir ante de luchar con estos enemigos?
No hay requisitos. Cualquiera puede tratar de llegar a ser hombre de conocimiento; muy pocos llegan a serlo, pero eso es natural. Los ene­migos que un hombre encuentra en el camino para llegar a ser un hom­bre de conocimiento son de veras formidables, de verdad poderosos; y la mayoría, pues, se pierde.
—¿Qué clase de enemigos son, don Juan?


Se negó a hablar de los enemigos. Dijo que pasaría largo tiempo antes de que el tema tuviera algún sentido para mí. Traté de mantener vivo ese tema, y le pregunté si pensaba que yo podía volverme hombre de conoci­miento. Dijo que nadie podía decir eso de seguro. Pero yo insistí en pre­guntar si había algunas pistas que él pudiera usar para determinar si yo tenía o no oportunidad de convertirme en un hombre de conocimiento. Dijo que dependería de mi batalla contra los cuatro enemigos —de si po­día yo vencerlos o salía vencido- pero que era imposible predecir el resultado de esa lucha.
Le pregunté si podía usar brujería o adivinación para ver el desenlace de la batalla. Dijo terminantemente que los resultados de la contienda no podían anticiparse por ningún medio, porque volverse hombre de cono­cimiento era cosa temporal. Cuando le pedí explicar este punto, replicó:
Ser hombre de conocimiento no tiene permanencia. Uno no es nunca en realidad un hombre de conocimiento. Más bien, uno se hace hombre de conocimiento por un instante muy corto, después de vencer a los cuatro enemigos naturales.
—Debe usted decirme, don Juan, qué clase de enemigos son.
No respondió. Insistí de nuevo, pero él abandonó el tema y se puso a hablar de otra cosa.
Continuará...
Posted by Pory
*Fragmento en que Don Juan habla a Castaneda sobre los peligros que se debe enfrentar para convertirse en “hombre de conocimiento”.
En Castaneda, Carlos "Las esnseñanzas de Don Juan". Fondo de Cultura Económica. 1974. (págs. 87 a 91).