miércoles, diciembre 10, 2008

ETERNIT

Se acaban las sandías, se acaban las legumbres, se acaba el maíz… la cosecha de difuntos nunca se acaba!!!”

Bueno, ya he cerrado las materias, he terminado las charlitas con los aspiradores, y mi actual tarea en la UNQ es un total rascadero de guevos. Es decir, ahora me sobra el tiempo para postiar, el problema es qué.


En realidad, tema nunca falta, lo difícil es que el tema sea interesante, pero bue, tampoco tiene por que serlo: si uno recorre los blogs, lo que más generalmente se encuentra son soliloquios y desvaríos noctámbulos de borrachos depresivos.


En este momento no estoy ni borracho ni deprimido, pero si muy embolado, y me anda dando vueltas por el marulo algo que se me ocurrió en el tren…


No, no se trata de matar al fármaco ambulante que dice “anti-fabril” en vez de “anti-febril”; por el contrario, se trata de la vida.


La vida eterna… de qué otra manera se me pudo haber ocurrido esto si no hubiera visto desde el tren lo concurrido que estaba “Cuellas”.


Qué negoción” pensé.


Todo está sujeto a los vaivenes del mercado, salvo esto, la gente nunca va a dejar de morir.


Y ahí se me ocurrió la paráfrasis del tradicional cuarteto que figura en el copete.


Pero después se me ocurrió otra idea, un poco más funesta: “tengo tanta mala leche que si pongo una casa de sepelios, seguro al otro día aparece un boludo con el elixir de la vida eterna”.


El elixir, la piedra filosofal, lo que han buscado los sabios desde el comienzo de los tiempos… ¿cómo sería eso?


Por un lado está el costo, yo creo que sería –por lo menos en principio- algo que solo la gente de mucha guita podría comprar… y tendríamos almuerzos de “la chiki” por toda la eternidad.


Igualmente, con el tiempo pasaría lo que pasó con los celulares: ¿se acuerdan que eran carísimos? Bueno, siguen siendo carísimos pero, no se como, todo el mundo tiene uno.


Otra cosa que también pasó con los celulares, ¿aparecerían boludos fundamentalistas –como yo- que quién sabe por que principios se negarían a comprarlo?


Difícil, ahí creo que no, pero si todos comprarían el elixir, ya no habría diferencias. Es decir, el tiempo es un concepto relacional: si todos vivimos, en vez de cien, mil años, las diferencias se anulan, y todos terminamos viviendo lo mismo… iba a decir que la onda es tener mil años mientras el resto –con suerte- llega a los cien, pero ¿para qué mierda vivir tanto tiempo?


La vida tiene cosas buenas, pero también las hay malas. Uno viviría una eternidad si solo fueran las buenas, pero a las malas quién se las banca durante tanto tiempo???


Yo creo que, si aparecería el boludo (que no lo es tanto por que se va a llenar de guita) con el elixir de la vida eterna, todo el mundo saldría a comprarlo compulsivamente –como pasa con los celulares, buscando cualquier justificación pelotuda para comprarlo- sean caro o barato; ¿a quién le importan los precios cuando al bien en cuestión te lo meten hasta en la sopa?


Y al fin, creo que tarde o temprano la gente se va a cansar de su vida eterna: en algún momento se cansará de los problemas o, simplemente, se le terminarán los incentivos, las cosas “por qué vivir”. Y ahí la gente empezará a comprar “el antídoto contra la vida eterna”… otro buen curro.


Pero bue, ahí es cuando se reactivan los sepelios, o las armerías, por que el antídoto sí va a ser caro.


Habrá que esperar ese momento, pero no sin antes haber tomado el elixir.



Hora de ir a morfar, veremos que nos depara el comedor de la UNQ.